Descripción enviada por el equipo del proyecto. La casa Shi se sienta paciente sobre la ladera de un barranco, esperando cada día a que el sol se oculte detrás de la montaña.
Este proyecto está formado por un elemento vertical que aloja las escaleras y algunas circulaciones horizontales, y que opta por una materialidad pétrea para convertirse, con el tiempo y el clima, en parte de la montaña sobre la que se encaja; y un elemento blanco horizontal que aloja la totalidad del programa de esta casa.
El volumen de piedra conecta verticalmente el acceso y las cocheras con el resto de la casa, la cual se aloja dentro de este disruptivo volumen blanco, abstracto, e incluso desafiante que busca un equilibrio visual entre lo natural y lo artificial. En algunos lugares de oriente se cree que para experimentar intensamente cualquier fenómeno es necesario colocar dos opuestos juntos; esta casa podría ser un ejercicio de encuentro entre esos dos opuestos: la Barroca montaña llena de vegetación y estos dos volúmenes platónicos.
Esta casa se cierra hacia los vecinos por medio de un muro ciego y se transparenta hacia el frente y hacia un costado donde se encuentra un campo de golf y una reserva natural, la cual enmarcamos horizontalmente con algo tan sencillo como un piso y una cubierta a lo largo de sala, comedor y cocina; en esta parte de la casa la arquitectura sirve de marco que enfatiza la belleza de la cañada. Para ello se hace uso del Engawa, o espacio interior-exterior alrededor de toda la superficie vidriada, que pretende diluir la luz y provocar una transición suave entre la montaña y la propia casa.
Las habitaciones o áreas privadas, sin embargo, permanecen resguardadas, sin ninguna ventana al exterior. La iluminación necesaria las reciben a través de un largo patio, punto íntimo de encuentro de la familia, y que solo se conecta con el exterior a través del cielo.
En esta casa, es muy marcada una división central entre las áreas sociales y las privadas, por medio de un largo eje que remata en el campo de golf. Este eje o pasillo presenta una anomalía; un único muro ligeramente curvo que pretende suavizar el recorrido y también se presenta como un homenaje a las tres mujeres que conforman esa familia.
Esta casa parece sentarse suavemente sobre la montaña y la parte final de la losa flota ligeramente sobre ella, sostenida por pilotes cubiertos por la misma tierra de la excavación, dando la impresión de que este gran elemento blanco simplemente decidió posarse ahí.